Tras la masacre de Totolapan donde murió el alcalde, su suplente rechazó tomar el cargo
José Alberto Nava Palacios fue una de las personas que resultó heridas durante la masacre del 5 de octubre, por lo que manifestó que “no tiene intención” de asumir la presidencia municipal después de lo ocurrido
Un miembro del Ejército Mexicano de guardia frente a la fachada acribillada a balazos de la Municipalidad de San Miguel Totolapan. Crédito: FRANCISCO ROBLES | AFP / Getty Images
La tragedia ocurrida el pasado 5 de octubre en el municipio de San Miguel Totolapan, ubicado en el estado de Guerrero, generó un enorme pánico entre la población que hasta hoy en día sigue presente.
Y es que, luego del asesinato del alcalde de la localidad, Conrado Mendoza Almeda, junto con su padre y otras 20 personas, nadie sabe quién será el nuevo encargado de gobernar el municipio.
La persona que por ley tomaría el cargo era José Alberto Nava Palacios, quien quedó como suplente del fallecido alcalde durante las últimas elecciones, sin embargo, rechazó asumir esas funciones, según reveló Alberto Catalán Bastida, dirigente estatal del Partido de la Revolución Democrática (PRD), al cual pertenecía Mendoza Almeda.
Cabe señalar que Nava Palacios fue una de las personas que resultó heridas durante la masacre del 5 de octubre, por lo que manifestó que “no tiene intención” de asumir la presidencia municipal después de lo ocurrido.
Alberto Catalán reconoció que “hay temor” por parte de los actores políticos del PRD en San Miguel Totolapan, debido a que no hay garantías de seguridad en la zona, por lo que podría ser la gobernadora Evelyn Salgado Pineda quien emita una propuesta al congreso estatal.
Actualmente la síndica procuradora Elena Barragán Urióstegui es quien está a cargo del ayuntamiento, pero solo de manera temporal, mientras designan a alguien que asuma el cargo como nuevo alcalde.
En tanto, el miedo sigue vigente en San Miguel Totolapan, pues muchos comercios continúan sin funcionar, lo mismo que las escuelas y las calles lucen semivacías gran parte del día.
Pese a que la comunidad es resguardada por más de 400 efectivos del Ejército, la Marina, Guardia Nacional y la Policía Estatal, los pobladores no se atreven a retomar la cotidianidad que les arrebató un comando armado hace poco más de una semana.
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