Madre inmigrante murió tras ser deportada: su hija dice que no recibió los medicamentos en Texas
Una madre murió tras ser deportada junto con su hija. Además de la falta de medicamentos, aseguran que la mató el estrés y el miedo a las pandillas en Guatemala

Estela Ramos y su hija fueron detenidas el 30 de junio en Los Ángeles durante un control rutinario de inmigración. Credit: Julia Demaree Nikhinson | AP
El caso de Estela Ramos Baten, una madre guatemalteca deportada desde Estados Unidos, ha conmovido tanto en Guatemala como en Los Ángeles. La mujer de 45 años falleció el pasado 8 de septiembre en Quetzaltenango, apenas dos meses después de haber sido enviada de regreso a su país junto a su hija Nory Sontay Ramos.
Estela y su hija fueron detenidas el 30 de junio en Los Ángeles durante un control rutinario de inmigración. Tras pasar por un centro de detención en Dilley, Texas, fueron deportadas a Guatemala el 4 de julio.
Ahí comenzó un periodo de miedo y encierro: ambas relataron que no podían salir libremente por temor a ser reconocidas por miembros de la pandilla Calle 18, quienes años atrás ya las habían amenazado.
Desde su regreso, Estela padeció un fuerte deterioro en su salud. “Apenas dormía”, dijo Nory. “No dejaba de pensar en nuestra situación y en la posibilidad de que la pandilla nos encontrara. Estaba muy preocupada”.
La mujer sufría de hipertensión y dolores de cabeza constantes, y, según contó su hija a NBC News, no logró acceder a los medicamentos que tomaba en Estados Unidos.
El fallecimiento de una madre guatemalteca tras ser deportada
El 4 de septiembre, Estela comenzó a sentirse mal. “Insistimos en llevarla al médico, pero se negó. Tenía demasiado miedo de salir”, relató Nory.
Esa misma noche, su estado empeoró: vomitó y se desplomó frente a sus hijas. “Siento que me voy a morir”, alcanzó a decirles. Pese a los intentos de reanimarla, murió alrededor de las 11:30 pm, antes de que llegara la ambulancia.
El certificado de defunción señaló como causa “cirrosis hepática”. Si bien su hija mayor reconoció que Estela tuvo problemas con el alcohol en el pasado, insistió en que había dejado de beber hacía años. Para la familia, la falta de medicamentos fue determinante en el desenlace.
“Quiero que la gente sepa que a mi mamá le quitaron los medicamentos y no los devolvieron”, declaró Nory a otros medios, incluso antes del fallecimiento Tras la tragedia, repitió entre lágrimas: “Le quitaron los medicamentos a mi mamá. No tenía forma de ayudarla”.
Sin embargo, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) aseguró que a Estela se le brindó atención médica y se le recetaron fármacos durante su paso por Texas.
No obstante, la familia aclara que no solo fue Texas, sino también en Los Ángeles, durante la primera detención. Presuntamente, sus medicamentos fueron confiscados y nunca devueltos.
El ICE también señaló que madre e hija agotaron sus opciones legales y que recibieron el debido proceso.
Amenazadas por pandillas
La historia de Estela estuvo atravesada por la persecución de pandillas. En 2015, tras separarse de su esposo, fue víctima de una brutal agresión en su casa en Guatemala.
“De repente, (uno de los pandilleros) empezó a golpearme en la cara, a arrastrarme del pelo por el suelo y a gritar: ‘Esta es mi última advertencia’”, declaró en su momento a las autoridades migratorias. Aquella agresión motivó su huida hacia Estados Unidos en busca de asilo.
Aunque su caso incluyó pruebas de amenazas y violencia, su solicitud de asilo fue rechazada en 2019 y se le ordenó la salida voluntaria, que finalmente no cumplió. Tras varios años en EE.UU., construyó una vida en Los Ángeles junto a sus hijas, hasta que fue deportada este verano.
La muerte de Estela dejó devastados a sus seres queridos en Los Ángeles. Su pareja, solo “José” por razones de seguridad, declaró a NBC News: “Cuando hablé con ella, nunca imaginé que sería la última vez que escucharía su voz”.
Explicó que intentaba enviarle sus medicamentos desde California, pero el trámite se retrasó. “La deportación la mató”, afirmó entre sollozos.
Para Nory, de 18 años, la tragedia significó perder a su madre y quedarse atrapada en un país del que huyeron por miedo. Su mayor esperanza ahora es regresar a Estados Unidos para continuar sus estudios y honrar la memoria de Estela.
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