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Estados Unidos quiere contar con su propia fábrica de drones turcos tras su éxito en la guerra de Ucrania

La compañía turca Baykar demostró en Ucrania la efectividad de sus drones económicos en escenarios de combate

El Bayraktar es uno de los drones más conocidos que han sido desarrollados y fabricados por la compañía turca

El Bayraktar es uno de los drones más conocidos que han sido desarrollados y fabricados por la compañía turca Crédito: Shutterstock

Estados Unidos quiere que Baykar abra una fábrica en su territorio para producir drones Bayraktar, una señal clara de que Washington busca incorporar tecnología turca probada en combate y optimizar costes en su nueva estrategia de UAVs armados. 

La petición se enmarca en el creciente interés por sistemas que han demostrado efectividad en Ucrania frente a Rusia, con una relación coste-beneficio muy favorable frente a plataformas occidentales más caras y lentas de escalar. 

Washington mira a Baykar

El Gobierno estadounidense ha transmitido a Baykar, el fabricante turco de los célebres Bayraktar, su interés en que abra una factoría en Estados Unidos para producir drones armados de manera local, un movimiento que combinaría transferencia tecnológica y capacidad industrial en un entorno regulatorio afín a la base de defensa estadounidense. 

La idea es clara: si los Bayraktar han funcionado en escenarios reales y con costes contenidos, producirlos en suelo norteamericano reduciría tiempos de entrega y mitigaría riesgos de cadena de suministro, además de facilitar la integración con doctrinas y estándares del Pentágono. En el plano político y estratégico, sería además una señal de alineamiento con un socio OTAN que ha escalado posiciones como exportador de sistemas no tripulados de combate, capitalizando su experiencia en conflictos como Nagorno-Karabaj y Ucrania. 

Este interés llega en paralelo a una realidad incómoda: la industria estadounidense de drones compactos no ha escalado al ritmo del campo de batalla contemporáneo, donde la saturación, el coste unitario y la reposición rápida mandan. Por eso, apostar por una plataforma madura y asequible como los Bayraktar encaja con la urgencia por ganar volumen y resiliencia a corto plazo, sin esperar ciclos de desarrollo extensos. 

Coste-beneficio: la lección de Ucrania

Los Bayraktar se hicieron nombre en Ucrania por su capacidad de vigilancia y ataque a costes muy inferiores a los de UAV MALE occidentales equipados con SATCOM y sensores de alta gama, lo que permitió un uso táctico intensivo con pérdidas asumibles frente a defensas antiaéreas y guerra electrónica. Aunque su vulnerabilidad ante sistemas de defensa rusos ha sido señalada, su valor reside en la ecuación operacional: cuando el costo unitario es bajo y la producción es escalable, el impacto agregado sigue siendo atractivo para misiones ISR y ataques de oportunidad. Ese enfoque, reforzado por el efecto multiplicador de redes de drones baratos y semiconsumibles, está reescribiendo las prioridades de adquisición en la OTAN, donde prima la disponibilidad masiva sobre la exquisitez tecnológica en ciertos roles. 

En el terreno práctico, incorporar producción local de Bayraktar ayudaría a cumplir con tres objetivos clave: disponibilidad inmediata, adaptación de cargas útiles a requisitos de EE.UU. y soberanía sobre componentes críticos, minimizando dependencias de proveedores sensibles. Y, por supuesto, facilitaría ciclos rápidos de actualización basados en lecciones de uso, algo que la guerra en Ucrania ha convertido en estándar de facto para drones tácticos y FPV. 

¿Qué cambia con una fábrica en EE.UU.?

Si Baykar instala una factoría en Estados Unidos, el ecosistema defensivo obtendría una plataforma de fabricación integrada con el marco legal, de exportación y de seguridad cibernética estadounidense, acelerando certificaciones y contratos, y habilitando colaboraciones con primes locales en sensores, enlaces y municiones inteligentes compatibles con doctrinas propias. Además, la producción doméstica permitiría ajustar la arquitectura de comunicaciones a exigencias de ciberseguridad e interoperabilidad, algo clave ante la amenaza de interferencia y spoofing que domina el frente ucraniano y que preocupa a los planificadores del Pentágono. En términos de calendario, también reduciría los plazos frente a importaciones, un factor crítico cuando se pretende escalar inventarios con rapidez y soporte logístico cercano a centros de entrenamiento y pruebas. 

Hay que recordar, no obstante, que la narrativa en Ucrania ha sido dual: los Bayraktar brillaron en fases concretas del conflicto, pero también sufrieron pérdidas y limitaciones cuando Rusia endureció su paraguas antiaéreo y la guerra electrónica, lo que subraya la necesidad de evolucionar conceptos de empleo y reforzar perfiles de vuelo, cargas y resiliencia del enlace. Justamente por eso, la fabricación en EE.UU. abre la puerta a variantes optimizadas para entornos EW intensivos, con opciones de autonomía, navegación alternativa y hardening del enlace que respondan a las amenazas detectadas. 

Una apuesta pragmática

Más que un giro ideológico, esto huele a pragmatismo: adoptar lo que funciona, producirlo cerca y escalar rápido con costes razonables, complementando programas premium con “workhorses” que se puedan reponer sin dramas presupuestarios. En un contexto donde un dron barato puede destruir objetivos de millones y donde la saturación importa tanto como la precisión, la relación coste-resultado de los Bayraktar encaja con las lecciones más duras del frente. Y si Washington quiere volumen, iteración y soberanía de suministro, traer la fábrica a casa parece el siguiente paso lógico de una estrategia que ya está en marcha en varios aliados. 

En resumen, la posible llegada de una factoría de Baykar a Estados Unidos no solo sería una victoria industrial, sino un cambio de ritmo en la adquisición de UAVs: menos fetichismo tecnológico, más capacidad real desplegable y adaptable a la velocidad de la guerra moderna. Esa es, precisamente, la lección que Ucrania ha puesto sobre la mesa y que el Pentágono no quiere desaprovechar: sistemas competentes, asequibles y listos para iterar en el teatro de operaciones. 

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