Alcalde de Portland afirma que las instalaciones de ICE son “un desastre inminente”
Los centros son operados por funcionarios federales, con poco acceso a medios regionales imposibilitando conocer realmente cómo funcionan realmente
Las acciones de ICE contra inmigrantes siguen siendo cuestionadas. Crédito: Erin Hooley | AP
Las condiciones actuales en la instalación del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) en Portland han sido descritas por su alcalde como un “desastre a punto de ocurrir”. Un recorrido reciente reveló contaminaciones logísticas, instalaciones deterioradas y una gestión deficiente que nunca debió permanecer oculta.
Durante su visita oficial, el alcalde Keith Wilson comparó la instalación con una obra descuidada: contenedores desbordados, equipo policial tirado por los pasillos y un sistema de aire acondicionado roto que elevaba tensiones en el edificio antiguo. El contraste con instalaciones ordenadas que ha conocido en su vida profesional era notorio.
Wilson denunció además que el acceso al sitio ha sido controlado estrictamente por el gobierno federal. A los medios regionales se les ha negado la entrada, mientras autoridades federales muestran el lugar solo a “aliados ideológicos” que respaldan la narrativa oficial. Esa falta de transparencia alimenta sospechas sobre lo que realmente ocurre tras esos muros.

Riesgos acumulados: una cadena de accidentes
El alcalde advierte que lo que está en marcha es una cadena de accidentes: errores menores o fallas que, juntas, pueden conducir a tragedias humanas. Señala que muchas decisiones operativas están delegadas a agentes sobrecargados, sin suficiente supervisión o apoyo, lo cual incrementa la probabilidad de fallas críticas.
Wilson se preocupó por los agentes del ICE: muchos están lejos de casa, sobrecargados, sin pago durante las paralizaciones gubernamentales, y forzados a tomar decisiones inmediatas con consecuencias masivas para las personas detenidas. Según él, esa presión institucional no puede justificarse bajo ninguna política realista.
Las palabras de la administración federal, advierte el alcalde, también empeoran el panorama. Términos como “uso de fuerza total” o que Portland sea un “laboratorio militar” crean un clima de tensión extrema. En lugar de estrategias ponderadas, entregan un guion agresivo que agrava conflictos.

En Portland ya han ocurrido episodios violentos: manifestantes fueron sometidos con gases sin provocación aparente; personas mayores arrastradas; una ambulancia amenazada por agentes al intentar auxiliar heridos. No hay pruebas confiables de sanciones a los responsables.
Lo más alarmante es que muertes en instalaciones del ICE siguen acumulándose. El más reciente caso involucra un hombre de 67 años de Jordania. Wilson cuestiona que con estándares de contratación flexibilizados y reclutamientos insistentes, quienes actúan pueden estar motivados por incentivos antes que por integridad institucional.
Este episodio trasciende Portland. La instalación y el modo de operar del ICE son una manifestación tangible de cómo las decisiones federales pueden vulnerar valores de integridad, transparencia y respeto a la vida