“Deportaciones infunden miedo de forma generalizada”, acusa líder de la Conferencia de Obispos Católicos
“Las personas tienen derecho a vivir con seguridad y sin temor a deportaciones aleatorias”, declaró Coakley en el programa “Face the Nation” de CBS News
El arzobispo Paul Coakley habla con los medios antes de la ceremonia de beatificación de Stanley Rother en Oklahoma City, el 23 de septiembre de 2017. Crédito: Sue Ogrocki/ Archivo | AP
El presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB), Paul Coakley, lanzó una dura crítica contra la política migratoria del presidente Donald Trump al advertir que las deportaciones masivas impulsadas por su administración están “infundiendo miedo” entre las comunidades inmigrantes del país, una situación que, dijo, contradice tanto la doctrina social de la Iglesia como los valores fundacionales de Estados Unidos.
“Como dije, está infundiendo miedo de forma bastante generalizada. Así que creo que es algo que nos preocupa a todos: que las personas tienen derecho a vivir con seguridad y sin temor a deportaciones aleatorias”, declaró Coakley a la presentadora Margaret Brennan en el programa “Face the Nation” de CBS News.
El arzobispo de Oklahoma City sostuvo que la estrategia de control migratorio del actual gobierno ha generado un clima de ansiedad y temor constante, particularmente entre familias que llevan años viviendo en el país, afirmó Coakley, al subrayar que el debido proceso debe ser respetado sin excepciones.
“Un clima de miedo y ansiedad”
Las declaraciones del líder católico se producen en un contexto de endurecimiento de las acciones federales contra la migración irregular. El Departamento de Seguridad Nacional (DHS) informó que, desde el inicio del nuevo mandato de Trump, más de 527,000 migrantes sin estatus legal han sido expulsados del país, mientras que alrededor de 1.6 millones han salido de manera voluntaria desde el 20 de enero de este año.
Para la USCCB, estas cifras no pueden desligarse del impacto humano que tienen las políticas actuales. El mes pasado, el organismo episcopal emitió un pronunciamiento inusual en el que expresó estar “perturbado” por el clima de miedo generado por la retórica oficial y por prácticas que, a su juicio, derivan en perfilación racial y detenciones arbitrarias.
Los obispos también denunciaron las condiciones en los centros de detención y la falta de acceso a atención pastoral para los inmigrantes detenidos.
La Iglesia frente a la política de Trump
Coakley, considerado un crítico abierto de Trump, insistió en que la Iglesia no se opone a la existencia de fronteras ni a su resguardo. Sin embargo, cuestionó que la administración trate a los migrantes —incluidos aquellos que han vivido por décadas en Estados Unidos— de una manera que calificó como “preocupante” y deshumanizante.
“Siempre debemos tratar a las personas con dignidad, la dignidad que Dios nos otorga. “El Estado no lo otorga, y el Estado no lo puede quitar”, aseguró.
El Papa León XIV respaldó recientemente esta postura al calificar como “muy importante” el mensaje de los obispos estadounidenses, aunque reconoció que el sistema migratorio enfrenta problemas estructurales. Aun así, el pontífice dejó claro que no avala políticas que generen temor o castiguen indiscriminadamente a comunidades enteras.
Coakley, quien ha sido consistente en su defensa de los migrantes, fue elegido en noviembre pasado como presidente de la USCCB tras vencer en tres rondas de votación al obispo Daniel Flores, de Brownsville, Texas, considerado el otro gran favorito para el puesto, pero que al final fue elegido vicepresidente.

Apenas días después de la toma de posesión de Trump, Coakley recordó que Jesús fue refugiado y exhortó a los católicos a reflexionar sobre el impacto moral de la “deportación masiva”.
Mientras la Casa Blanca intensifica operativos en ciudades como Los Ángeles, Washington y Charlotte, la voz de la Iglesia católica se perfila como una de las críticas más firmes contra la política migratoria de Trump, insistiendo en que la seguridad nacional no puede lograrse a costa del miedo ni de la dignidad humana.
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