Venden en $27 millones mansión que perteneció a hombre que murió con su hijo en el Titanic
En días recientes se vendió una centenaria mansión en Newport, Rhode Island, que fue construida por George D. Widener, una de las víctimas del Titanic
Una mansión que perteneció a una víctima del Titanic fue vendida recientemente. Crédito: Topical Press Agency/Getty Images | Google Maps
En Newport, Rhode Island, se vendió en días recientes una imponente propiedad con mucha historia, al haber pertenecido a George D. Widener, un hombre de negocios que perdió la vida, junto a su hijo, el 15 de abril de 1912, tras el hundimiento del Titanic.
En la emblemática embarcación también se encontraba su esposa, Eleanor Elkins Widener, quien logró sobrevivir a la tragedia que dejó cerca de 1,500 muertos.
Tras ese acontecimiento que enlutó a su familia, Eleanor rehizo su vida y se enfocó en concluir la mansión que había comenzado a construir su esposo, pero que no alcanzó a terminar en la Bellevue Avenue, siendo hasta 1913 que los trabajos fueron concluidos.
La residencia, conocida como Miramar y que fue diseñada por Horace Trumbauer para ser una casa de verano, luce como en sus mejores tiempos, ya que en el 2006 fue comprada, en $17.15 millones de dólares, por unos inversionistas que se enfocaron en cuidar su historia y preservar sus centenarias instalaciones.
La vivienda está en tan buenas condiciones que tras su venta se convirtió en la segunda más cara en la historia de la comunidad.
De acuerdo a la ficha técnica, dada a conocer por medios especializados en la venta de bienes raíces, la casa, que es una especie de pequeño palacio neoclásico francés, cuenta con una extensión de 30,982 pies cuadrados, con 22 recámaras, con 13 baños completos y con cinco medios baños.
Es completada por vestíbulo, cocina, antecomedor, comedor, sala de estar, sala principal, sala de piano, sala de televisión, sala de billar, bar, cava de vinos, entre otras habitaciones.
Al exterior, en su lote de 8.37 acres, el inmueble cuenta con terraza, con extensas áreas verdes, con fuentes, con estatuas, con dos canchas de tenis, con una casa con siete recámaras y con siete baños completos, entre otras amenidades.
Todas las habitaciones y los jardines conservan aún su toque antiguo, por lo que basta con cruzar la puerta de acceso para sentir como si hubiéramos viajado en el tiempo.
Desde la mansión se cuentan con unas hermosas vistas del océano Atlántico y con acceso a una pequeña playa, lo que le da un plus.
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