El Tesla más llamativo mejora año tras año sin hacer ruido
El Tesla Model X lleva casi una década en el mercado y, aunque su diseño apenas ha cambiado, bajo la carrocería se esconde una profunda evolución técnica
El Tesla Model X no falla. Crédito: Tesla. Crédito: Cortesía
En una industria obsesionada con los rediseños constantes y los cambios generacionales, el Tesla Model X juega en otra liga. A simple vista, sigue siendo el mismo SUV eléctrico futurista que capturó miradas hace casi 10 años.
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Sin embargo, su verdadera transformación no está en el exterior ni en las redes sociales, sino en un trabajo silencioso de ingeniería que lo ha convertido en un producto notablemente más maduro.
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Cuando Tesla decidió expandir su gama más allá del Model S, apostó por algo radicalmente distinto. El Model X no solo debía ser un SUV eléctrico, sino una declaración de intenciones.
Puertas traseras tipo “alas de gaviota”, un interior con hasta tres filas de asientos y una puesta en escena pensada para impresionar desde el primer momento. El resultado fue inmediato: el Model X se convirtió en uno de los coches más fotografiados y compartidos en Instagram.
Pero ese enfoque innovador también trajo consigo compromisos técnicos que, con el paso del tiempo, Tesla se ha encargado de corregir.
Un debut brillante, con margen de mejora
En sus primeros años, el Model X dejó claro que la innovación tenía un precio. Uno de los aspectos más criticados fue su peso. En pruebas realizadas poco después de su lanzamiento, el SUV eléctrico superaba los 2,500 kg, una cifra considerable incluso para los estándares de su segmento en aquel momento.
Ese exceso de masa afectaba no solo a la dinámica, sino también a la eficiencia y a la percepción general del modelo. Sin embargo, Tesla optó por una estrategia poco habitual en la industria: en lugar de esperar a una nueva generación, comenzó a mejorar el coche de forma constante.
A lo largo de los años, el Model X ha recibido pequeños retoques estéticos, nuevas opciones de llantas, ajustes en el frontal y cambios en la paleta de colores. Nada disruptivo, pero suficiente para mantenerlo vigente. El verdadero avance, eso sí, ocurrió lejos de los focos.

La dieta silenciosa del Model X
Donde Tesla realmente puso el foco fue en la ingeniería. Aunque para muchos usuarios estos cambios pasaron desapercibidos, el Model X actual es aproximadamente 181 kg más ligero que el modelo original lanzado hace casi una década.
Este adelgazamiento no fue fruto de una sola modificación, sino de una suma de mejoras progresivas. La marca trabajó en la densidad energética de las baterías, optimizó los motores eléctricos y revisó componentes estructurales y del habitáculo. Solo con la actualización de 2021, el Model X redujo cerca de 100 kg gracias a mejoras en batería y propulsión.
El interior también fue objeto de una revisión profunda. Nuevos asientos permitieron ahorrar 23 kg, otros 36 kg se eliminaron mediante la optimización de distintos componentes del habitáculo y la estructura de los cinturones de seguridad aportó una reducción adicional de 2.7 kg.
En el apartado eléctrico, el cambio del cableado de alto voltaje permitió recortar otros 20 kg, mientras que la simplificación del sistema de refrigeración aportó 13.6 kg adicionales. Incluso elementos aparentemente insignificantes, como el líquido refrigerante, fueron optimizados para arañar hasta 1 kg más.

La visión desde dentro de Tesla
Este proceso no fue improvisado. En una entrevista, Lars Moravy, ingeniero jefe de Tesla, reconoció abiertamente los compromisos iniciales del modelo. Según explicó, en su momento la compañía “tenía prisa por lanzar el Model X, lo que dio lugar a soluciones técnicas y componentes poco elegantes que se adoptaron directamente del Model S”.
Con el paso del tiempo, Tesla ha ido refinando esas decisiones, sustituyendo piezas heredadas, simplificando sistemas y mejorando la integración general del conjunto. El resultado es un SUV eléctrico que conserva su carácter futurista, pero con una base técnica mucho más pulida.
Más competitivo frente a rivales actuales
El dato más revelador es que, pese a su diseño veterano, el Model X ahora compite de tú a tú con SUV modernos del segmento premium. Según las comparaciones citadas por el propio Moravy, el Tesla pesa 64 kg menos que un BMW X5 M60i y hasta 227 kg menos que un BMW iX xDrive50.
Esto se traduce no solo en mejores prestaciones y mayor eficiencia, sino también en una experiencia de conducción más ágil y una autonomía ligeramente superior, dos aspectos clave en un vehículo eléctrico de gran tamaño.
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